20 de junio de 2012

Vanesa 2.

Las tardes eran monótonas, los días libres no se diferenciaban mucho de los días laborales, la única diferencia era esa bruma que le cegaba los ojos por 8 horas en los días laborales. Silvia estaba siendo lo mas fría posible, Vanesa no comprendía el por que, bueno, lo comprendía pero no llegaba a entenderlo completamente. En una de esas tardes, no recuerda ella si fuese día laboral o día libre, miró en su cajón desesperada buscando un cupón de descuento en la tienda del supermercado que estaba cerca del trabajo y encontró un cuaderno. Los ojos de Vanesa se llenaron de recuerdos ¿Cuándo fue que lo guardó ahí? El cuaderno tenía su nombre grabado en cuero, parecía una agenda pero no, era un cuaderno que un compañero de la preparatoria había hecho para homenajear a sus amigos. Lo había mandado a hacer especialmente para Vanesa, su nombre figuraba en el cuero café, el grabado de alrededor de la pasta era de mariposas (no sabía cuanto había gastado Omar en esos hermosos cuadernos) y en cada hoja rayada, al final estaba escrito en letra cursiva “¡Amargo es el dolor; pero siquiera padecer es vivir!” un fragmento de una rima de Becquer que Vanesa amaba. Jamás se había atrevido a rayar ese cuaderno era demasiado bonito. Miró la primera pagina, estaba escrita la dedicatoria de su amigo, en la siguiente pagina la letra de Silvia resaltaba para los ojos de su amante como si fuesen un montón de círculos entre miles de cuadrados sin elegancia. Breve pero cortante decía la nota:

“Baby i’m yours, Until the stars fall from the sky, until 2 and 2 is 3...” Ahí se detuvo. ¿Por qué no podía hacer nada bien? Cerró el cuaderno y justo cuando se disponía a olvidar ese amargo trago unas 4 hojas cayeron sobre la alfombra de la habitación. Una por una leyó cada carta, al final abrió donde quiera el cuaderno y las puso con firmeza entre sus hojas, sin olvidar leer con el rabillo del ojo “¡Amargo es el dolor; pero siquiera padecer es vivir!”

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