25 de julio de 2012

Vanesa 7.

Hola gente bonita que lee mi blog. Les agradezco que se tomen el tiempo de leer esta historia, pese a que es aburrida o un poco predecible, aún así espero que sea de su agrado. Gracias por leerme. 

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-¿Cómo has estado?- dijo Silvia.
-Bien. – apenas susurró Vanesa.
-¿Caminamos juntas?- contestó algo tímida.
-¿Vas hacia la estación?
-Si, faltan algunas calles.
Vanesa comenzó a caminar, como si no estuviera quien estaba inevitablemente ahí, a su lado. Tantas veces la imagino cerca, la imaginó cuando se sentía sola, la imaginó cuando algo había pasado, la imaginó cuando la habían ascendido en su trabajo... La imaginó muchas veces; como un remedio, como una casualidad o en su defecto como un apoyo, pero la verdadera estaba ahí. ¿Qué es lo que sentía cuando la recordaba? Vanesa se respondió a los pocos minutos, “Sentía paz” se dijo, pero la verdadera Silvia no le traía paz, le traía dolor y rencor, y era por que cuando la evocaba solo pensaba en la Silvia que alguna vez le dijo que le amaba, no la Silvia que la había abandonado.
¿Eran las mismas? Silvia de la universidad y Silvia la de la estación, ¿Eran las mismas? Para Vanesa no. Justo antes de salir del café se preguntaba qué es lo que estaba sintiendo en ese momento, cuando de repente la recordó y le llegó todo ese mar de brillantes recuerdos. Llegó a la conclusión de que nunca buscó nada mas que su felicidad, que es lo que siempre quiso para Silvia y que ella misma tendría que vivir feliz recordándola, de momento en momento, que no servía recordar lo que pasó en ese lapso de “Relación”. Vanesa había cambiado, no de la manera en que pensaba en ese entonces (sobre su sombra, alejándose, odiándola) , si no en la manera mas sana posible, había cambiado sus metas, sus ideales, todo. “Pero es absurdo - pensó Vanesa - habiendo cambiado mis ideales, mis metas y más de la mitad de toda mi vida ya no es la misma... Pero ahora que lo pienso bien, pese a los absurdos dolores, Silvia, aún me complementa.”
-Es triste, ¿No crees? – dijo Silvia que había estado hablando sobre sus trabajos de investigación, aunque Vanesa había perdido el Hilo de la conversación.
-Si. Es algo triste. –Contestó.

18 de julio de 2012

Vanesa 6.

¡¡Hola Gente que lee mi blog!!!
Espero que esta sea una entrada de su agrado.
Es la sexta parte de mi cuento.
Gracias por leer y en su defecto comentar.

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¿Qué pasó desde ese día? Vanesa no lo recordaba. Había decidido olvidarlo. Ya no trabajaba en la empresa antigua, la habían despedido, ahora trabajaba  como principiante en una empresa no tan grande, pero le pagaban bien. Vivía en un departamento algo lejos de su trabajo, pero se había hecho de un coche con todo lo que tenía guardado en el banco. Básicamente la Vanesa anterior había “desaparecido” y no es que fuera su intención. Un día se fue de casa por su cuenta, la despidieron, encontró una casa nueva, tuvo varios trabajos, un día la asaltaron por lo cual había perdido su celular y sus agendas, apenas hablaba con su madre, había dejado atrás a muchas amistades por culpa de su despido y su mudanza. Vanesa no lamentaba nada.

Un día, Vanesa caminaba por el Parque con alguien que podría decirse que era su “Amante”, cuando de pronto empezó a llover. El sonido de la lluvia era fuerte, y se escuchaba la fuerza con la que azotaba contra el piso o los techos de los edificios. Terminaron por refugiarse en un café “¿Qué café quieres?” dijo su acompañante, “Un expreso” mustió Vanesa mientras miraba por la ventana a las personas en la calle correr, algunas otras caminaban como si el agua no les importara. El tiempo pasó volando, ella apenas quitaba la cara de la ventana para responder y no parecer grosera ante él. La lluvia casi había parado, por lo cual las pequeñas gotas se movían lentamente resbalando por el cristal. Hace cuanto tiempo que no se preguntaba lo mismo? Lo ignoraba, esa era la palabra, ignorar. Con un suave movimiento de hombros sacó de su cabeza todo posible recuerdo de esos momentos. Lo ignoraba. Lo quería ignorar, era su “escudo de protección”...

Se despidió de su acompañante en la puerta del café, diciendo que conocía un camino mas corto hacía su departamento, y que solo lo haría dar “vueltas” que mejor el se fuera por su camino, pero la verdad es que ella quería estar sola. Caminó unas cuantas calles y dobló por una esquina.

-Hace tanto tiempo.... – dijo la vos ronca.
-¿Qué?- apenas susurró Vanesa, con el corazón entre las manos. 

12 de julio de 2012

Vanesa 5

Hola gente bonita que lee mi blog.
Me disculpo por no subir el cuento el Miércoles, la verdad es que los Miércoles no se me da la oportunidad de subir la parte del cuento correspondiente. Dejando eso de lado les recuerdo que esta es una Historia basada en hechos reales, cosas de momentos pasados en mi vida, y que esta es la parte 5 de la historia. La primera parte está aquí: Vanesa 1


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Vanesa.
Nunca supe lo que tenía, no te valoré. No es mi culpa lo que pasó, si tan solo hubieras dejado de molestar con lo mismo, todos los días. Necesitaba mi espacio. Día a día me pedías que te ayudara pero yo no puedo, no es asunto mió lo que creyeras, pero debías creer en mi. Te quiero mucho, pero ya no te quiero igual. Tu lo dijiste alguna vez, dijiste que te ahogabas, pero me ahogaste contigo.

Silvia.

Las siguientes semanas  Vanesa llegaba del trabajo, se sentaba en la mesa del comedor y leía una vez más la carta, como para ver si no encontraba algo mas en la carta, pero no veía nada, más que la absurda verdad. La razón por la cual Silvia se portaba indiferente con ella, era la misma razón por la cual ella se había ido y Vanesa lo sabía.
Cerró con indiferencia la carta, como tratando de ignorar el dolor, pero no pudo. Después de otro rato de llanto se levantó y miró el reloj, había estado horas y horas en ese sillón, ¡Ah! ¡Como detestaba esa sensación de perdida de tiempo! Sabía que llorar no la llevaría a ningún lado, estaba hecho. ¿Por qué seguía siendo una niña?
Al día siguiente salió temprano, muy temprano de la casa, y dejó ahí todo lo que le recordara a Silvia. Iba a olvidarla. 

6 de julio de 2012

Vanesa 4.


Hola linda gente que lee mi blog. Me disculpo por no haber subido la entrada el miércoles, como lo hice con las ultimas tres, realmente estaba ocupada haciendo otras cosas, pero lo prometido es deuda. Aquí esta la cuarta parte de mi escrito. Esperando que les agrade.


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Llevaban horas así.  La pelea no las llevaría a ningún lado. Sin decir más Silvia salió de la casa sin ningún rumbo. Vanesa se aplastó en el sillón y comenzó a llorar ¿Por qué no podía hacer nada bien? Entendía las razones por las cuales Silvia la ignoraba, y en ningún momento le parecieron absurdas o tontas, entendía que cuando ella decía no a algo lo decía en serio y ahora todo estaba en ceros, se había acabado, no por ahora ni por un rato. Ella lo había terminado. 
Recordó como le dijo por vez primera que la amaba, cuando la abrazó y le dijo que esto jamás acabaría, en sus ojos mostraba seguridad, y justó cuando ella le dijo “esto es todo” vio brillar en su mirada la misma seguridad.
¿Tendría que irse la casa? ¿Tendría que irse Silvia? ¿Tendrían que vender la casa? ¿Qué pasaría con todos los recuerdos?
Apartó sus manos de sus ojos y miró el reloj, habían transcurrido dos horas desdé que Silvia se había ido por la puerta delantera. Temió que no volviera o que en su arranque de ira se quedara a dormir en otro lado, así que tomó el teléfono y marcó.
-¿Bueno? – se escuchó por el auricular.
-Silvia, que bueno que contestaste ¿Dónde estas? – respondió Vanesa – te marqué al menos 20 veces, me asustaste.
-Déjame en paz ¿Quieres? ¿Tengo que contestar todas tus llamadas? La verdad no escuché el teléfono. -
-Esta bien pero me asustaste.... ¿Ya vienes para la casa? –
-Ya-
-De acuerdo vente con cuidado- Cuando terminó la frase el teléfono no estaba conectado a la línea, ella le había colgado. Su rostro se puso rojo del coraje.
A la semana y media ellas seguían viviendo ahí, como si nada pasara. Vanesa guardaba cada gesto de amor para si misma, y veía como Silvia cambiaba completamente de actitud, era otra. “Siempre traté de demostrarte mi amor ¿Sabes? Nunca lo valoraste. Lo siento, quizá yo nunca te valoré. Te veía como mi único amor. Lo arruinaste todo, con tus obsesiones y con tu tristeza, lo traté créeme, te amé. Te sigo queriendo pero jamás lo volveré a hacer como antes.” Silvia sacó su maleta de debajo de la cama ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? No le había dicho a Vanesa que estaba empacando, con un gesto se despidió de ella y salió por la puerta de la habitación donde se hallaban. Vanesa estaba disponiéndose a irse a dormir, así que estaba en pijama, escuchó minutos después como la puerta principal se cerró y quedó todo en silencio.

Al día siguiente encontró una carta en la mesa.