19 de enero de 2013

Jennifer.

Debía llevar al menos unas 3 horas ahí. Podía decir con exactitud cuántas veces había pasado ella por aquí; dos veces, cinco veces, otras tres... en sumatoria ocho veces. Había pasado ocho veces corrigiendo sus pensamientos.
-¿Qué quieres?- Se atrevió a preguntarle
-¿Yá me vez Jennifer? 
-Si, ya había notado tu presencia. Admito que conté tu vaivén; han sido 6 veces- Mintió, pero mentir no era problemático en ella. 
-¿Seis veces? ¿Lo aseguras?- cuestionó la bella chica que ya había sacado un cigarro y se disponía a encenderlo. 
-Podría dar mi vida. Ósea, aseguraría la apuesta con mi invaluable vida, a cambio de tú rostro incrédulo preguntándose sí es verdad eso, o tratando de contar las veces que viste mi cabello, las veces que viste la pared, las veces que suspirabas; sólo para al final darte cuenta que tus sumandos darían en total un número absurdamente diferente al mío. 
-Confesaré que no sé cuantas veces pasé delante de ti. Suponía que leer te era mas importante qué notar mi presencia, o siquiera contar mis paseos.
-Bueno Paulina, es que...
-No hables - le interfirió - Acaso... ¿Te estas burlando de mi?
Jennifer respondió con un movimiento imperceptible de hombros, cómo diciendo "¡Qué va!", cómo haciendo referencia a cientos de ambigüedades, cientos de cosas que ella misma diría para confundirla. 
- Entiendo que no contaste mis paseos ¿Cierto? Y sólo dices eso para burlarte de mi. 
- Conté hasta tus pasos. - Volvió a mentir
- Entonces ¿Cuántos han sido?- le cuestionó mientras salía el humo de su nariz
Ella no respondió. 
-Bah - exclamó Paulina tirando el cigarro al piso - Entonces han sido 6 vueltas las que he dado.

Paulina salió del lugar sin decir una palabra más; Jennifer se había burlado de ella, lo había hecho de nuevo cómo lo hacía siempre con la mitad de gente que se acercaba a el cuerpo escuálido de Jennifer: un cuerpo delgado, casi rayando en lo enfermo. 

Mientras tanto Jennifer se concentraba de nuevo en su lectura cuando notó algo raro en el papel qué utilizaba como separador de un libro cuyo titulo es "Pensamiento Socialista del Siglo XX". Había un signo de interrogación que se asomaba por la esquina sobresaliente del resto de hojas del libro, un signo de interrogación recalcado con la pluma cómo se recalca algo de suma importancia. Dejó el libro que leía a un lado, tomó la esquina del papel y lo sacó. En sí mismo el papel no tenía nada raro, estaba arrugado cómo lo está cualquier papel con el mismo fin: separar las hojas entre "leídas" y "por leer"; pero en una de sus caras se leía:

¿Alguna vez te has preguntado la definición de Locura?

Miró de nuevo la desafiante cuestión. Era esa su caligrafía. Las letras estaban moldeadas de la forma en que ella las hace para hacer referencia a una cita bibliográfica, aunque también utilizaba ese molde para escribir cosas importantes o que le gustan, igualmente escribía palabras al aire de esa manera cuando no tenía nada que hacer y cerca había un lápiz con un papel. Era difícil comprender porqué había escrito esa pregunta con esas letras casi románticas. El libro del cual sobresalía el separador improvisado lo había dejado de leer hace poco menos de un año, así que dudaba de la fecha de escritura, tampoco recordaba haber leído esa interrogante en el libro, dudaba que siquiera tuviese algo que ver con la lectura...
"No era ese...." pensó. "No, ese no era el separador que utilizaba cuando leía éste libro, usaba el separador con imán" Un vago recuerdo cruzó su mente, recordaba que había cambiado el separador de imán por la primer hoja que encontró en el escritorio; ese día debía ir a dejar a Paulina a la estación y quería leer un libro de Mitología Griega mientras estuvieran en el metro, pero un separador normal en el ajetreó del metro se caería a la primera tentativa, por eso había esculcado libro por libro para encontrarse con ese separador de flores rosas. 
"Así que era un papel en mi escritorio" Se dijo a sí misma, mientras se volvía a concentrar en la lectura. Sus ojos se detuvieron en la primer palabra que leyo: 

Locura

De nuevo la cuestión que le planteaba el pedazo de papel le nublaba la vista.
¿Por qué diablos había escrito eso? El hecho de que el papel se encontrara antes en el escritorio sólo le generaba más dudas; podía haber sido un fragmento de una película, podría haber sido sólo una cuestión que un día, meses atrás, se había hecho; pero eso no significaba nada ya que ella no hubiera escrito una duda sí no deseara expresar la respuesta. ¿QUE HABÍA MAL EN EL PAPEL?
Todo. Todo en ese papel estaba mal.
Miró el reloj y notó que desde la ausencia de Paulina había transcurrido una hora. Había pasado una hora mirando un papel. ¿Qué pasaba?
Trató, ahora con desesperación, de recordar que había hecho antes de aquel día del metro, buscaba alguna razón por la que esa pregunta estuviera escrita en aquel papel. 
Miró el papel, lo palpó intentando deducir qué tipo de papel era, quizá podría recordar dónde había escuchado eso y entonces entender el porqué lo plasmó o dónde lo plasmó (por ejemplo, si hubiese sido un papel reciclado, quizá lo había escrito en el trabajo porque esas hojas eran las que ocupaban en su empresa; sí el papel era delgado, casi transparente cómo el que usaba su novio para dibujar los planos de las construcciones que el diseñaba, entendería que la cuestión había sido planteada en el departamento de él) pero... Nada, del papel sólo se podía concluir que había salido de un sobre de plástico con título "Cien Hojas Papel Bond Blancas", y qué había sido doblado descuidadamente por (casi) la mitad, y eso último tenía su explicación ya que después de sólo ser una hoja blanca había pasado a ser "separador de hojas provisional" por lo que la misma Jennifer lo pudo doblar de esa manera en el idilio de haber hallado su lindo separador de imán.
Se asustó.
Su mente le jugaba una broma. 
¿No era eso lo que ella siempre hacía?
Sí. Eso es lo que ella siempre hacía; jugaba con las personas, les preguntaba cosas de las que ya sabía las respuestas sólo para verlos nerviosos. Les juraba en vano diciendo una mentira qué ella sabía que era mentira, pero los demás no lo sabían y por eso era muy divertido. Mentía cuando le rogaban las respuestas. Decía la verdad cuando le pedían clemencia. Ese papel, esa cuestión, esa jugarreta, aquel destino... era el Significado de Jennifer. 
Volvió a asustarse.
Volvió a preguntarse, volvió a dudar, volvió a inferir, volvió a suponer, volvió a deducir, volvió a negarse, volvió a pisar lo que ya había pisado... Volvió infinidad de veces a las mismas cosas, para encontrarse de nuevo más desesperada qué la última vez que se había topado con ella en ese vaivén de preguntas sin responder.
Estaba desesperada... su mente, su corazón, su ser... Y ese, era el significado de Locura.