Traté de decírtelo desde hace mucho tiempo. Intenté incluso
olvidar lo que era, intenté negarme cuantas veces pude hacerlo pero negarse
siempre conlleva la verdad, como si la verdad y la mentira fueran uno solo,
como si uno dependiera del otro y como si el otro no existiera sin el anterior.
Mi enfermedad, como un perfume impregnado en mi ser, a pesar de no ser visible
siempre estaba ahí y me trajo consigo toda la vida, nos abalanzó a un abismo largo
y sin fondo, esperando que quizás nunca saliéramos de aquel imperturbable lugar.
Ojala el tiempo justificara las heridas, ojala la verdad transmutara en
mentiras; pero el tiempo no perdona y la verdad jamás transmuta... No lo hace y
sólo me quema, me funde, me arrulla en un sueño del que algún día, jamás despertaré.
Jamás.
Podría
estar enloqueciendo.
Miraba
nerviosa el reloj de manecillas como si su tic-tac me lanzara al precipicio de
donde había planeado caer desde hace tiempo. Caer debe ser la solución a mis
problemas. Cuando caiga, caerás conmigo y nos romperemos juntos; porque lo que
nos mantiene unidos es eso.... Mi locura.